Aníbal Quijano: la colonialidad del poder. Notas sobre la realidad latinoamericana.

 

¿Cuáles son los polos de poder desde los que se condiciona a América Latina manteniéndola en un cada vez más profundizado subdesarrollo? ¿Ha ocurrido una verdadera emancipación o persiste desde el fondo de la historia la dominación colonial? El gran pensador peruano Aníbal Quijano dedicó su obra a visibilizar los pliegues en los que el patrón de poder en nuestros territorios reconfiguró los pactos de dominación, ocultando su matriz colonial. Publicamos aquí su discurso inaugural en el III Congreso Latinoamericano y Caribeño de Ciencias Sociales en Ecuador en 2015.

Presentamos aquí algunas de las cuestiones que comienzan a entrar en debate pero que aún no tienen el eco que deberían tener. Por esto es que insisto en mi agradecido reconocimiento por haberme invitado a hablar de la colonialidad y descolonialidad del poder. Del poder se trata siempre. Todo el debate de las Ciencias Sociales latinoamericanas de toda su historia esta necesariamente atravesada de esta cuestión central, del poder, de la colonialidad del poder. ¿Por qué colonialidad del poder? Hoy día globalmente, probablemente el conflicto histórico mayor de nuestro tiempo es este gran conflicto entre colonialidad y descolonialidad del poder. La colonialidad del poder fue el producto de la conquista y podemos ver más de 5 siglos después cuán decisivo e importante fue ese producto pues es un patrón de poder que produce un fenómeno absolutamente inédito hasta entonces: la idea de raza. La historia de la desigualdad en nuestra especie es tan vieja como la propia especie y ha tenido, por lo tanto, muchas formas, fuentes y momentos pero hay una específicamente fundada en la configuración, en nuestra jerga de hoy, biológica que los individuos y los grupos se diferencian no tanto por la historia de sus luchas de poder sino de manera fundamental debido a lo que hoy podemos llamar la idea de raza. ¿Cuándo aparece esto? Desde el primer momento en que los conquistadores de América primero, y después los que producen junto con América la idea de la identidad histórica de Europa occidental colonizan después el resto del mundo. Se puede ver esto desde las cartas de Colón: la idea de que hay algo que requiere ser preguntado, no se preguntan quiénes son, qué nos hace tan diferentes, se preguntan ¿qué son? ¿Son humanos o no son humanos? Esta es otra clase de pregunta y plantea un problema muy diferente. En todo el periodo que implica el proceso de conquista y colonización de estos territorios y estas poblaciones va produciéndose no solamente la idea sino la relación social fundada en esta idea: que las gentes son desiguales por su naturaleza biológica, lo que hoy llamamos raza.

Esto empieza desde el primer momento, desde fines del siglo XV en adelante y sobre todo el XVI y XVII es que la estructura nueva de poder que llamamos aquí la colonialidad del poder, está siendo producida. Porque se añade un fenómeno nuevo, lo que diferencia a los individuos de la especie está en la naturaleza de la propia especie, sus diferencias biológicas. Unas razas eran en consecuencia inferiores, otras superiores, incluso en cada una de ellas, había niveles. Toda la historia a partir del siglo XV, no obstante que esta idea de raza ha sido el producto de muchos cambios, no hay duda para mí de que el proceso de constante cambio y producción de relaciones sociales y de relación del poder sigue complejizando pero no disolviendo aún la vieja idea de raza, lo que llamamos la colonialidad del poder. Colonialidad no es lo mismo que colonialismo, el colonialismo es una relación de dominación entre identidades, etnicidades diferentes pero la colonialidad busca mostrar que la historia de las gentes depende de un factor diferente de su naturaleza biológica, la raza. Entonces, aun cuando la historia del colonialismo ya ha estado terminando y aunque no ha terminado del todo, se podría decir que el colonialismo no es el problema fundamental de la especie. Dentro de los nuevos países independientes, dentro de los nuevos actores de la historia del poder, las diferencias producidas desde fines del siglo XV en torno de que las gentes son racialmente constituidas, racialmente organizadas y racialmente diferenciadas no termina de ser extinguida. Por eso es que podemos hablar de colonialidad del poder porque aun los pueblos ya victoriosos frente a la dominación colonial de otros pueblos, dentro de sus propias huestes aun forman parte de un sistema de dominación que sigue estando fundado en la idea de raza.

La idea de raza tiene un origen colonial que no se terminó con la independencia, con el anticolonialismo. No solo no se terminó sino que en muchos ámbitos se hizo mucho más fuerte, mucho más duramente constitutiva de las formas en que las gentes se miran y se relacionan entre sí, el fenómeno llamado raza. La idea de raza termina redefiniendo a todas las formas de desigualdad previas: género, linaje, etnicidades. Las redefine por completo y pasa a ser el fenómeno subjetivo y social más profundamente inserto en la historia de las relaciones de poder desde la conquista hasta aquí. Este patrón histórico de poder que se puede llamar racista, redefine las otras formas. El patriarcalismo no es solamente la idea de relaciones de poder entre géneros diferentes, está asociada a la racializacion de las relaciones de poder. Lo mismo con el etnicismo, con la producción epistémica de todos los grupos de la especie porque la episteme producida por la dominación histórica de unos grupos sobre otros se funda en consideraciones que llamamos racistas o raciales. Esta episteme en América tiene dos fuentes reconocibles; una es una fuente místico-religiosa, una propuesta epistémica dualista, cuerpo-alma, razón-naturaleza, que es además antropocentrista porque hace de la idea de humano por definición, superior a todas las otras formas de vida en el universo. Un segundo fundamento es la biologización del poder bajo la violencia de la conquista, la producción de la idea de raza y la redefinición de la etnicidad, de la idea de relaciones patriarcales de la especie y por eso mismo, esta nueva episteme colonialista es la misma que atraviesa algo que parecía ser exactamente la contradicción mayor en la historia de este modo de dominación. Cuando hablamos del horizonte de la Modernidad que promueve las ideas de libertad, de igualdad social, de autonomía individual, de ciudadanía, sin embargo este nuevo horizonte que reconocemos con la Modernidad sigue siendo lo que llamamos la colonial Modernidad. ¿Por qué? Porque sigue estando fundada en la idea de raza. Es una episteme de carácter colonial y esto hace que la idea de Modernidad como promesa de liberación de muchas formas de dominación sea finalmente una paradoja porque hay una imposibilidad histórica de las promesas de la modernidad colonial eurocéntrica. Porque ¿cuál es la promesa principal de la Modernidad? La igualdad social de las gentes con el piso de la libertad individual de ellas y ¿por qué esta paradoja? No puede haber en las relaciones sociales la igualdad social cuando están fundadas en la idea de raza. Es por definición un elemento de desigualacion de las relaciones sociales. Entonces, el carácter colonial de la Modernidad de origen eurocéntrico se hace patente mientras se nutra de la idea y de la práctica social de raza. Todas sus promesas son inevitablemente paradójicas, no pueden llevarse a una práctica. Por el contrario, se redefinen en función de cómo van reproduciendo el origen racial de las relaciones sociales y de las relaciones de desigualdad desde el siglo XV.

 

 

La idea de color se asocia a la raza porque los colonizadores durante un periodo histórico muy importante vienen todos de una misma zona que produce lo que hoy llamamos Europa con gente que se autodefine como blancos. La idea de blanco es del siglo XVIII, no desde el comienzo del colonialismo pero termina imponiéndose universalmente esta idea de blanco -no blanco como claramente el reconocimiento de que las relaciones de desigualdad social son todas vinculadas a la idea de raza. Frente a esta imposibilidad histórica de las promesas de la colonial Modernidad ¿cómo se presenta la cuestión del poder? ¿Qué se puede hacer frente a eso? O uno está de acuerdo con relaciones sociales que son al mismo tiempo de poder y por lo tanto, con la desigualdad social, o no se está de acuerdo. ¿Qué se hace entonces? Porque no hay ningún lugar del universo adonde se pueda ir. En consecuencia, no queda sino algo que supongo, la mayor parte de nosotros aquí practicamos: vivir adentro y en contra. No se puede dejar de estar adentro, no hay adonde irse. Todos vivimos en sociedades donde la desigualdad y el poder están activos todo el tiempo. Si no se está contento y de acuerdo no se puede dejar de habitar este universo, hay que vivir allí. Vivir adentro y en contra significa no solamente estar todo el tiempo cuestionando y resistiendo las relaciones de poder como tales sino sobre todo aquellas que se han fundado en la idea de raza. Implica no solamente la lucha social y política constante, sino algo mucho más profundo y permanente.
Hay una subversión epistémica constante y esto es lo que está hoy creciendo en el mundo de los dominados sobre esta base de desigualdad que tiene un origen llamado racial. Vivir adentro y en contra lleva a una subversión epistémica necesaria, la episteme hegemónica es constantemente puesta en cuestión; una subversión epistémica que es además, productora de otras epistemes. Hay una episteme hegemónica producida por los dominadores colonialistas desde el siglo XVI en adelante pero la lucha contra ese episteme dominante no produce una episteme alternativa pues esto implicaría que hay otra dominación hegemónica de un solo grupo como fue el de los llamados blancos europeos en estos últimos cinco siglos. Esta posibilidad en la lucha contra el colonialismo y la colonialidad ya no está dada, por lo tanto la revuelta epistémica no es la porción de una episteme alternativa, es la porción de varias y nuevas epistemes. Probablemente no epistemes que han sido deconstruidas o cambiadas incluso eliminadas sino las que produce la sociedad en los varios momentos y los varios espacios históricos del mundo contemporáneo.
En este momento, el conflicto epistémico es probablemente, el más importante de nuestro tiempo. Porque es el conflicto por la descolonialidad del poder y esta no ocurre si no hay una reproducción totalmente innovadora de cómo se organiza la subjetividad de la población, cómo se organiza la episteme de cada uno de sus miembros. Como la especie es muy heterogénea, su historia es necesariamente heterogénea. Hablamos de procesos, epistemes que contradicen a la episteme hegemónica actual, por lo que la colonialidad y la descolonialidad implican un conflicto mayor. Hay una revuelta epistémica que atraviesa al conjunto de los miembros de la especie y cuyo problema es que no hay en este momento ningún grupo como el europeo del siglo XVI en adelante capaz de imponer su dominación social pero también su manera de percibir, de conocer, de producir memoria, imaginación, conocimiento. Lo que hay es una episteme hegemónica en crisis porque debe defenderse de varias epistemes alternativas. El conflicto histórico central de nuestro tiempo no es solo la colonialidad en términos sociales y políticos, es ante todo un conflicto en la capa más profunda de la resistencia. ¿Cómo se produce memoria, imaginación, conocimiento? ¿Cómo se produce episteme como fundamento de un proceso social alternativo? Estas son cuestiones que tienen la relevancia para toda la historia de los conflictos sociales contemporáneos para todo nuestro tiempo y en un congreso latinoamericano de ciencias sociales esta cuestión no puede quedar al margen.
Hay otras dos cuestiones que quiero dejar planteadas. Una es que en esta subversión epistémica en curso lo que estoy proponiendo es una reindigenizacion del mundo ¿por qué? Porque fueron indigenizadas no solamente las poblaciones aborígenes de América sino todas las poblaciones del mundo bajo la dominación colonial europea y eurocéntrica, todos fueron indigenizados y en este sentido permítanme proponer: todos somos indígenas ¿o no? Porque esta reindigenizacion del mundo produce varias propuestas históricas y epistémicas. Estamos en medio de un inmenso torbellino histórico que atraviesa nuestra vida diaria; estamos en este nivel de producción de cómo se recuerda, se imagina, se conoce, se comunica. Esta reindigenizacion del mundo comienza entre fines del siglo XVIII y comienzos del XIX en un lugar ahora extremadamente pobre, dominado, casi destruido: Haití. Entre 1792 y 1904 en Haití se produce la primera revolución global descolonial de todo el mundo contemporáneo, no solamente son esclavos contra amos, son negros contra blancos. Es la nacionalidad haitiana que está naciendo contra la nacionalidad dominante, la francesa; son varios cambios de profundidad histórica produciéndose en ese momento por el hecho de que la revolución haitiana es la única y la primera en proclamar que todas las gentes de este mundo son en ese sentido iguales. Imaginen el susto de las minorías blancas dominantes desde Alaska a Tierra del Fuego ante este hecho, ¿qué hubiera pasado en América del Norte, en las Antillas, en Brasil si esta idea se hiciera universal y diaria? Por esto entre EE.UU e Inglaterra con el concurso de todas las fracciones de la fauna dominante de América organizaron una inmensa contrarrevolución que destruyó en sus orígenes la historia del pueblo haitiano que fue pauperizado, semidestruido, recolonizado hasta hoy, ¿por qué? Es el momento en que la conciencia de todos nosotros tiene que volver a partir del hecho histórico que tenemos en este largo proceso de descolonialidad del poder. Primera revolución descolonial en Haití, por esto me parece necesario recordarlo. Este proceso que comenzó en Haití esta ahora expandiéndose, hay un proceso de descolonialidad del poder en todo el mundo. Por ello es que insisto en que es el conflicto histórico central de nuestro tiempo, por lo tanto el que nos convoca para su estudio, su debate y nuestras decisiones.

 

Edición: Adriana Gil

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