Freud escribe una carta en 1935
Por Elvira Escalante*
Desde la respuesta de Freud a la señora norteamericana hasta 2010, año en que se permite en la Argentina las uniones del mismo sexo, han pasado 75 años.
Esta última data, la tomo como referencia porque implicó la modificación de la ley de matrimonio civil en nuestro país, contemplando diversidades en relación a las uniones heterosexuales. Más allá de que el matrimonio es un semblante o sea un artificio simbólico-imaginario -también para los heterosexuales- esa modificación marcó un hito en nuestro país por sus consecuencias.
Es incuestionable que se registraron incontables efectos para muchos a partir de la vigencia de esa ley. La misma abrió el horizonte de quienes sintieron validada una forma de amor y una orientación sexual diferente a la hetero.
No sólo en la Argentina, sino en el mundo es conocida la discriminación, segregación y desventajas sociales a las que se han visto sometidos todos aquellos cuya elección no responde al estándar hetero.
Sabemos que en respuesta a las condiciones deshumanizantes que les impusieron las sociedades en general, se gestaron movimientos reivindicativos a lo largo y ancho del planeta, desde el orgullo gay, los estudios queer, la FALGTB ATTTA, las marchas del orgullo GLTTBI (gay, lesbiana, transgénero, transexual bisexual, intersexo), por ejemplo. Así también son numerosos los estudios de género, entre ellos los de Bersani, Monique Wittiig y particularmente los de Judith Butler más cercanos al psicoanálisis.
En Argentina, en consonancia con la ley de matrimonio igualitario, en mayo de 2012 fue sancionada la Ley de Identidad de Género (Nro. 26.743). Es la única del mundo que no patologiza la condición trans. Sucintamente ella garantiza a travestis, transexuales y transgéneros el derecho a la identidad y el derecho a la atención integral de la salud. Por lo tanto permite la modificación registral de sexo y nombre a las personas trans.
Anteriormente a la sanción de la ley de Identidad de Género se registraron juicios de amparo para estas modificaciones y el primer fallo positivo le correspondió a la actriz y vedette transexual Florencia de la V, quien recibió su DNI con su nueva identidad.
Estas referencias desde lo jurídico-social tienen el objetivo de poner en perspectiva el pensamiento de Sigmund Freud, creador del psicoanálisis, expresado en aquella carta de 1935.
Sin duda que la diversidad sexual y lo múltiple actual, excede la posición freudiana sobre la homosexualidad masculina, lo cual no invalida destacarla ya que la misma no ha dejado de ser un tema de escándalo familiar cuando algún miembro resuelve salir del placard. De todos modos, hay que asumir como efectos de estas leyes implementadas en la Argentina, que ellas han facilitado, partiendo de la aceptación de su condición sexual, el sinceramiento y la inclusión de muchos homosexuales y lesbianas, tanto al ámbito familiar, como al ámbito del trabajo y a la vida social,
Voy a destacar los dos puntos que me parecen vitales en esa respuesta de Freud respecto de la homosexualidad masculina: 1- considera que si bien ésta no es una ventaja, tampoco es nada de qué avergonzarse, ni vicio, ni degradación, ni puede clasificarse como una enfermedad. A continuación planta su posición o la del psicoanálisis: “nosotros la consideramos como una variante de la función sexual”
2- Considera una gran injusticia perseguir la homosexualidad como si la orientación sexual fuese un crimen, y califica a la homofobia como una crueldad.
Tomando estas afirmaciones del maestro, no podemos dejar de considerarlo un adelantado a su época. Su invención, el psicoanálisis, vino a generar una revolución en el pensamiento, a poner por tierra enormes prejuicios de la época victoriana particularmente respecto de la sexualidad humana. Estas son algunas de las razones por las que en sus inicios el psicoanálisis fue muy resistido, logrando luego una expansión que ni el mismo Freud esperaba alcanzara.
Sin embargo, que el psicoanalista Gustavo Dessal en un artículo publicado en la Revista Enlaces No. 10 en 2006, afirme, que ser homosexual no es lo mismo que ser degenerado, nos da la pauta de cuán necesario sigue siendo separar la homosexualidad de la perversión, sobre todo para despejar el persistente prejuicio de tantos.
Hay que decir que es en el siglo XIX y en el campo de la psiquiatría, donde surge el homosexual como un tipo distintivo de las persona, afirmándose la dicotomía heterosexual / homosexual. La práctica sexual pasa a convertirse en el rasero con el cual se definía una persona. La inserción del discurso científico en la práctica médica produce que la medicina comience a ocuparse del tema tomando aquellos significantes para uso clasificatorio. La medicina (psiquiatría) al tomar la homosexualidad como tema de su competencia y atravesada por el discurso científico, pone la causa en la herencia y en lo congénito para explicarla situándola como una enfermedad y una anormalidad.
Es en las postrimerías del siglo XIX que la homosexualidad se vuelve el campo de confrontación entre diferentes discursos: el discurso médico, el jurídico y el social. En ese campo de confrontaciones discursivas, el naciente psicoanálisis intenta apropiarse del significante homosexual para explicarlo y dar su significación posible.
Freud describe estrictamente la homosexualidad en términos de identificaciones y de elección de objeto y toma posición contra los prejuicios morales de la época. (Lacan irá más allá de Freud en su concepción).
No podemos dejar de advertir que fue el discurso de la medicina el que resultó imperante en ese campo de batalla discursivo, la patologización del término, el uso clasificatorio y clínico, la estigmatización, se impusieron y se vulgarizaron a nivel mundial.
Esto explica el rechazo al significante homosexual y la invención del significante gay en ruptura con el discurso del Otro. El significante gay es una elucubración de saber sobre el hecho homosexual de parte de los homosexuales en rechazo del significante “perversos” del discurso clínico que los concierne.
Para concluir tomaré las palabras del psicoanalista Hervé Castanet a quien cito:
“…para el psicoanálisis orientado por Lacan, hombre y mujer no se encuentran en una relación simétrica ni inversa o complementaria (…..) están cada uno por su lado” i
Vale decir que cada quien, ignorando lo que lo agita, ha de ingeniárselas con su elección de goce inconsciente. Cada cual ignora qué lo hace gozar.
Como el psicoanálisis no gusta de las nomenclaturas, interroga las elecciones inconscientes de goce y entre ellas la homosexualidad masculina.
Los homosexuales no forman un conjunto cerrado. Para el psicoanálisis no hay una homosexualidad, sino homosexualidades. Y los homosexuales pueden ser neuróticos, otros perversos e inclusive los hay psicóticos.
Lacan dio coordenadas para orientar la clínica de un modo diferente. El concepto de sexuación aleja la concepción lacaniana del patriarcado y del universal para todo hombre.
Por lo tanto, como puntuaba Freud, un psicoanálisis como experiencia singular, no se orienta ni promete ni tiene como objetivo abolir la homosexualidad sino interrogar el goce inconsciente uno por uno según su síntoma.
*Psicoanalista.