El Origen. Una búsqueda necesaria.

Juan Serra nos propone un ejercicio poco frecuente, consistente en mirar hacia las causas profundas que han fundado el orden político y cultural que nos hace ser quienes somos y habitar aquellos modos de vida determinados por el poder. Preguntas imprescindibles para imaginar y producir nuevas alternativas.

Por Juan Serra*

El origen nos remite al principio, y este a las causas, un camino imprescindible si queremos lidiar con las consecuencias.

La memoria corta, el ego vistoso y apresurado, la necesidad de competir a cualquier precio, la extraña sinrazón de creer que el mundo nace “cuando llego yo” y tantos otros mandatos modernos nos alejan del ORIGEN. Nos alejan de la mirada larga, de las causas profundas y lejanas, de la espesa duración de los procesos y los tiempos históricos, de la geografía “cabeza dura”, del espíritu invisible del paisaje y de los karmas que los pueblos arrastran por cientos de años y sus actuales dirigentes se niegan a conocerlos o reconocerlos.

Sabido es que todo se origina en el origen. Sabido es que cada vez queremos saber menos de él porque no tenemos tiempo y nos queda poca tolerancia a la concentración, al estudio, a la investigación y a la reflexión. Y sabido es que, por el camino equivocado, como por las vías del tren, no se puede girar 90 o 180 grados de golpe, pero en algún momento es necesario empezar a dar vuelta en pequeños giros si no queremos caer estrepitosamente al precipicio.

Es cierto que si pensamos en mundos más inclusivos no podemos cambiar de un día para otro. La revolución tal como fue imaginada el siglo pasado ya no es posible. Los tiempos de larga duración se cambian con tiempos de larga duración. La inercia no funciona solo para la física: los procesos sociales también la tienen como componente principal, pero también existe la aceleración, la desaceleración y los vectores que pueden juntarse y apuntar hacia otra dirección con otro sentido.

Sobre esto queremos reflexionar, sobre cómo nos condiciona El Origen y si es posible condicionarlo. Vamos Al Origen.

El Origen del Origen

Si retrocedemos 13.500 millones de años hasta el Big Bang, nos enteramos que somos polvo de estrellas, ya que el calcio, hidrógeno, hierro, etc., que andan por nuestros cuerpos se formaron en esos tiempos. Un buen dato para empezar a reflexionar de dónde venimos y desde hace cuánto tiempo.

La Vida, tal como la conocemos, la nuestra y la de todo lo vivo que crece en el planeta, comenzó hace 3.500 millones de años. Desde entonces no paró ni un segundo hasta llegar a La Vida Consciente hace 150.000 años, otorgando a la especie humana la responsabilidad de pensarse, imaginar, crear y compartir con sus pares la tarea de producir Modos de Vida que la cuiden, la reproduzcan y la hagan eterna.

Polvo de estrellas, complejidad y colaboración de todo lo vivo, más consciencia y voluntad de seguir viviendo dieron origen a LA POLITICA como el arte y la tecnología humana para conseguir alimentos, refugio y vida. Y como nada de lo vivo vive solo, nacieron los acuerdos de colaboración de los hombres con los hombres y de los hombres con la Naturaleza.

La primera flecha

Hace 40.000 años tribus asiáticas cruzaron el estrecho de Bering para poblar el continente americano. Avanzando un kilómetro cada mil años, al cobijo de los Andes y de las llanuras como la centroamericana, llegaron hasta el extremo sur, la Tierra de Fuego. En el trayecto florecieron importantes culturas a las que hoy llamamos pueblos originarios, todas trayendo etnias, lenguas y culturas asiáticas. Para ese entonces y durante miles de años el Pacífico fue el centro del mundo y el continente al que luego llamaron americano estaba ubicado en el extremo oriente de Oriente: a ningún sabio se le hubiera ocurrido ideologizar la geografía y ubicarlo al oeste de Eurasia, como lo hacemos hoy los occidentales.

Con la llegada de los asiáticos se extendió por todo el territorio un Modo de Vida que, sin ser angelical, subía por los cerros y bajaba hacia las llanuras y los ríos respetando y adorando la armonía de lo vivo.

La segunda flecha

Un miércoles de octubre, hace 530 años, los europeos bajaron de los barcos para pisar por primera vez territorio americano. Traían un novedoso Modo de Vida que fueron perfeccionando con más caballos, más espadas, más religión, más filosofía, más ciencia y más ambición y ansias de querer ser dueños de la Vida misma. Predicaban que La Pacha Mama debía dejar de ser Madre para convertirse en objeto a depredar; que sus hijos dejaran de ser hermanos viviendo en comunidad para pasar a ser individuos libres, sin pasado, sin historia, sin compromisos con nada ni con nadie para que cada cual atienda su juego de llegar primero a un podio de cosas y deseos infinitos con muy pocos lugares vacíos.

Con estos conquistadores el mandato originario de ser responsables cuidadores de la Vida se rendía ante la codicia, la ambición, el desprecio del Otro y el saqueo despiadado.

Mal que nos pese, ese tiempo colonial-largo que bajó de los barcos aún perdura, ofreciendo un horizonte de felicidad imposible para muchos y más imposible aun para el planeta. Un Modo de Vida que destruye lo vivo imponiendo como criterio de verdad “el porta-aviones más grande o la máquina de matar más sofisticada”.

Esta forma de pararse ante el mundo, como una flecha con dirección y sentido preciso, se opuso a la otra flecha del camino asiático.

El Origen

Por ahí debemos buscar el Origen de lo que nos pasa, no tan solo en los aciertos o desaciertos de modelos de desarrollo, producción y distribución de productos y servicios que, ya sean impulsados por gobiernos más o menos populares, no se apartan de la idea de “progreso moderno”.

El Origen parece estar en la producción y reproducción del sujeto moderno que vuelve inestables los respiros de bonanza. Al respiro sigue el conflicto y la inestabilidad cuando nos damos cuenta de que “no todos podemos ser ricos en esta vida”. Y no es que estos respiros deban desecharse, claro que son necesarios, pero si durante ellos no empezamos a torcer la “flecha moderna egoísta” con pequeños giros, solo serán respiros para volver a lo mismo.

“Te prometo y no puedo”. La responsabilidad incumplida queda arriba y el enojo, la bronca y la protesta abajo. Enojo digno, pero solo como reclamo al paternalismo no alcanza.

Puede parecer exagerado o demasiado complicado buscar el Origen más cerca de los comportamientos cotidianos que de las leyes, las instituciones y los gobiernos, pero bastaría con mirarnos y mirar alrededor para preguntarnos cuán probable es que nuestros sueños de toda una vida se cumplan, o preguntarnos quién se lleva nuestros sueños. Nos daremos cuenta que no vamos por buen camino.

No podemos desconocer que hay una racionalidad (una manera que se presume correcta de pensar), que nos dice que está bien que todo, pero todo y todos, deben ser instrumentos para triunfar ganando dinero para consumir más.

Hay algo que no cierra. Si bien desde la mirada política de los acontecimientos de corto plazo “no todos los gobernantes son lo mismo”, cuando estiramos el tiempo del análisis nos preguntamos por qué todo vuelve a repetirse, ¿qué es lo que se mantiene en el tiempo que impide mover el amperímetro? Y la “respuesta-molesta” está mucho más cerca de lo deseado: lo que se mantiene somos nosotros, que seguimos buscando un horizonte de futuro inalcanzable.

El Encuentro

En el devenir histórico es posible y deseable el encuentro de la flecha Originaria con la flecha Moderna.

Más allá de la supremacía de la flecha moderna, el solo encuentro abre la posibilidad de cuestionar el Modo de Vida Moderno, revalorizar el Modo de Vida Originario y empezar a construir una síntesis de otro tipo, como ocurrió aquel miércoles de octubre, hace casi 78 años cuando los indios rebeldes del interior, ataviados como cabecitas negras, hicieron contacto empático con un blanco justiciero llamado Juan Perón. En aquel momento se abrió una ventana en la subjetividad popular que percibió que se podía vivir de otra manera. Se podía palpar La Esperanza en el ambiente popular.

La Esperanza suele ser el primer producto virtuoso en los procesos de cambio.

Al poco tiempo se cerró la ventana que anunciaba una épica y una mística diferente, aunque aún perdura su recuerdo en el inconsciente colectivo como una brasita que puede llegar a ser fuego: la brasita que cobija el Peronismo.

Nunca más tuvimos la oportunidad de hacer algo diferente hasta la llegada de Néstor Kirchner, donde volvió a encenderse la esperanza, y volvió también a repetirse la historia porque más allá de las buenas intenciones, mientras los gobiernos sean conducidos por dirigentes herederos directos de la Modernidad, educados como sujetos modernos que piensan y actúan como modernos, la brasa no se enciende.

¿Qué quieren y prometen los modernos? Promesas de más consumo, del auto más grande, de la casa más grande, del despilfarro más grande, y la mentira más grande de que todos podemos cumplir esos deseos.

Más allá de las sensibilidades e ideologías populares con las que cada tanto se intenta cambiar el comportamiento del sujeto desde El Estado, no se promueven los pequeños giros que vayan cambiando el Modo de Vida. Se desconoce el “sentido común de larga duración” y se contradicen las leyes básicas de cómo se construyen las creencias y sensibilidades humanas: haciendo lo mismo sentiremos lo mismo, pensaremos lo mismo y desearemos lo mismo.

Más que una lucha de ideas se trata de una lucha de prácticas donde la educación debería dar el primer paso, conformando otro tipo de sujeto, más solidario, menos competitivo y con mayor autonomía, que liderando para arriba produzca cambios en el Estado.

Preguntas

¿Por qué nos parece que todo sigue igual?

¿Por qué la pobreza, el desamparo y la desesperanza se van haciendo estructurales?

¿Será que la felicidad se encuentra bajo tierra (litio, gas, petróleo, cobre, tierras raras)?

¿Cómo digerimos la sopa moderna de concentración económica, concentración territorial, mal trato al medioambiente, corrupción, narcotráfico, inseguridad, policías incontrolables, pérdida de autonomía, sentimiento de desamparo, algoritmos que nos manipulan, inteligencia artificial escalofriante, armas autónomas, etc.?

¿Será cierta la promesa Moderna de equidad y vida digna?

¿Tuvimos algún gobierno que no fuera paternalista, o que pusiera énfasis en la calidad y no en la cantidad?

¿No podremos hacer pequeños cambios para educar de otra forma, producir de otra forma, curarnos de otra forma, alimentarnos de otra forma, consolidar los vínculos de otra forma, hacer no solo comprar?

Y, por último. ¿Por qué la aparición de Juan Grabois parece reavivar la brasita? ¿qué cosas diferentes anda diciendo? ¿Cómo es que apareció su foto con consignas en aimara y quechua?

* Escritor y periodista. Ex Coordinador NOA del INTI. Integrante del Instituto de Producción Popular.

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