Arte o política, según la coyuntura. El eterno retorno –utilitario- de la polarización

Por Jacinta Racedo*

El diario La Nación del 16 de abril de 2017 comienza su editorial, titulada “Un presidente dispuesto a dar batalla”, de la siguiente manera:
“¿Fue el destituyente helicóptero que el kirchnerismo blandió el 24 de marzo? ¿O fueron, acaso, las multitudinarias marchas en apoyo a la democracia del 1º de abril? Las dos cosas influyeron para que el gobierno de Mauricio Macri pusiera en práctica una política fáctica y dialéctica de réplica a su dura oposición. Desalojo por la fuerza del espacio público, firmeza con los gremios docentes (y con otros sindicatos también en el futuro inmediato) y la promesa presidencial de enfrentar las prácticas mafiosas. (1)
Se crea una ficción polarizada y polarizante sobre cuestiones que responden a demandas de la sociedad. No es el objetivo de este artículo analizar las políticas discursivas de Cambiemos ni dar una respuesta al editorial en cuestión, solo tomarlo como ejemplo para evidenciar la utilización que el gobierno/medios masivos de comunicación hicieron de una acción artística, la del “helicóptero de cartón”, y su consiguiente tergiversación.
Las dos primeras líneas del párrafo mencionado resumen el posicionamiento ideológico del gobierno y medios afines. Se construye un discurso donde prevalece una narrativa de la disyunción, la que descalifica automáticamente al polo en oposición; aquello que es ajeno, invariablemente resulta antagónico dentro de esta lógica. Lo destituyente frente a lo democrático, kirchnerismo vs lo multitudinario, 24 de marzo vs. 1 de abril, se blandió (sic) -armas generalmente-, vs apoyo (sic) de causas.
El 24 de marzo de 2017, en conmemoración del Día de la Memoria y en repudio a 41 años del último golpe militar y del terrorismo de Estado en Argentina, se realizó una marcha, como todos los años desde el retorno de la democracia. Ésta convoca no sólo a organismos de Derechos Humanos, sindicatos, agrupaciones sociales y/o políticas sino al pueblo argentino en general. De esta marcha participó un “helicóptero de cartón” llevado en andas por un grupo de personas pertenecientes a la Internacional Errorista, fundada por el colectivo de arte Etcétera (2). En una reciente antología publicada, sobre los primeros diez años de Etcétera, puede leerse: “La fundación de la Internacional Errorista en 2005 (en el contexto de la Cumbre del ALCA y la Contracumbre de los pueblos en la Ciudad de Mar del Plata) marcó el comienzo de una nueva etapa en la historia de Etcétera, pasando a formar parte de un movimiento internacional, levantando las banderas de un nuevo “ismo” que surgió como respuesta a la guerra y a la militarización global, en un estado de excepción permanente y sin fronteras. El errorismo nació por error” (3).
El texto editorial citado (de La Nación) para justificar su argumento continúa: “De la paciencia a la acción, de la tolerancia infinita a la respuesta inmediata…. El vacío (de poder) no existió nunca, pero era la impresión que se apoderó de numerosos sectores sociales. Una orgía de piquetes y huelgas. Golpismo explícito, como el del helicóptero en las marchas del 24 de marzo. Nunca en 30 años de democracia se había llegado tan lejos, y de manera tan franca, a promover la destitución de un presidente.”
Hay algunas cuestiones que merecen ser mencionadas: ¿Cuáles son los elementos para sentenciar que una acción de arte político es golpismo? ¿Catalogar una práctica artística dentro de una marcha como antidemocrática no iría en contra de ejercer el derecho y la libertad de expresión que tienen los ciudadanos? ¿Llegar a la instancia de considerar golpismo la expresión de una minoría, implica que hay ciertas acciones que el periodismo acepta que sucedan en el espacio público mientras otras no? Si esto es así, ¿pertenece a alguien el espacio público? ¿Quién puede hacer uso de él?
Avanzada la nota editorial, refiriéndose al desalojo de piquetes y de la lucha docente, puede leerse: “Lo cierto es que el espacio público era cada vez más el espacio de los violentos”. A aquel que está en la vereda contraria se lo desautoriza inculpándolo de antidemocrático. Todo gobierno para mantenerse crea un “enemigo”. El problema es que en la construcción actual, a este enemigo se lo sitúa en el nivel del reclamo, todo aquel que se manifiesta y manifiesta se lo criminaliza. En la praxis democrática aquel que protesta habitualmente es el pueblo.
Desde el retorno a la democracia en Argentina el arte político o, mejor dicho, las prácticas artístico-políticas suelen acontecer en la calle. En las marchas, manifestaciones, interviniendo carteles publicitarios, en las veredas y en el asfalto, en las fachadas de edificios o mediante pasacalles. Por medio de performances, consignas y pintadas las voces populares siempre se profieren y son escuchadas en las calles. El siluetazo, las expresiones del feminismo en los últimos años, los escraches, el helicóptero…etc. Existe una larga trayectoria de arte de protesta.

Según Andrea Giunta (4) el “helicóptero de cartón” derivó en una interpretación única por parte de los medios. Se tomó el icono “helicóptero”, se lo despojó de sus significados artístico-políticos y se le adjudicó otro: antidemocrático, golpista, destituyente, etc. Se produce una lectura lineal que parangona lo icónico (las posibles interpretaciones y sentidos del helicóptero en la historia argentina) con lo sagrado (aquello que no es susceptible de ser cuestionado en cuanto a su sentido). Esto se corrobora, además, en el hecho de que el periodismo no convocó nunca a ninguno de los integrantes de la Internacional Errorista (autor de la obra “helicóptero de cartón”) a dar su opinión; no hubo derecho a réplica. Se llevó a cabo un accionar cercano a lo que los medios masivos denunciaban. Para chequear acerca del escándalo mediático construido, se puede googlear: el club del helicóptero, el año que vivimos en peligro, entre otros.
En esta actualidad argentina estamos siendo testigos no solo de la utilización y lecturas que el arte hace de lo cotidiano sino de cómo políticamente se instrumentaliza el arte para otros fines.

El 3 de diciembre pasado, en una nota de Fernando García en La Nación se enumera las cinco obras de arte político que marcaron el arte argentino, y en el quinto lugar se encuentra el “helicóptero de cartón” de la Internacional Errorista (5). García desglosa la polémica generada tras el helicóptero de cartón, a nivel político y artístico: “En el político, por la homologación del gobierno fallido de la Alianza con el de Cambiemos; y en el artístico, por la concurrencia de este helicóptero de cartón con el helicóptero del artista Eduardo Basualdo que se vio meses después en una instalación presentada en arteBA”.
Pasaron nueve meses para que el periodismo pudiera considerar al “helicóptero de cartón” dentro de la categoría de arte. Pese a ello, lo polémico en una “obra” va más allá de la legitimación que pueda obtener en su confrontación con el contexto del mercado del arte, como es una feria.
Seguir avalando la lógica de la disyunción arte o política según la coyuntura, es sacarla de la complejidad de lo artístico que invariablemente es político.
La polémica es indisolublemente artístico-política, de lo contrario continuaremos con la cultura utilitaria de la tergiversación de sentidos meramente con fines polarizantes políticos.

*Licenciada en Ciencia Política – Prácticas artísticas-curatoriales

Notas
1. http://www.lanacion.com.ar/2011220-un-presidente-dispuesto-a-dar-batalla
2. http://www.erroristas.org/en
3. Etcetera Etcetera. Pág. 253. Edición Especial. Buenos Aires. 2016
4. https://www.clarin.com/revista-enie/ideas/mirada-helicoptero-metaforas_0_SJW_COHag.html
5. http://www.lanacion.com.ar/2087236-arte-y-politica-realidad-en-tension

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