Prioridades del próximo gobierno a partir de 2020

Por Ernesto Mattos*

Los desafíos del próximo gobierno van a estar centrados principalmente en cuatro ejes: la variable dólar, la inflación, la estructura productiva y quién será el sujeto económico y social que comande el desarrollo económico argentino.
Partiendo de atrás para adelante, podemos analizar que el actual Gobierno construyó su alianza política con la banca extranjera, el sector cerealero oleaginoso y las ramas más concentradas de la industria exportadora.
Por su parte, la banca extranjera le permitió organizar la vuelta al mercado y con ello el financiamiento externo que en paralelo profundizò el proceso de transferencia de recursos al exterior: pago de giro de utilidades y dividendos, salida y fuga de capitales.
Los sectores exportadores le generaron las divisas, pero a cambio, pidieron al inicio del mandato la modificación de los derechos de exportación y luego la libre liquidación de las divisas.
El tercer foco de esta alianza política son los sectores de alimentos y bebidas, con Miguel Acevedo en la UIA (AGD) Arcos, Molinos, Techint y Ledesma, que son el segundo sector que genera más divisas en Argentina. Estas actividades económicas son minoritarias en relación a las 600 mil empresas que hay en el país, de las cuales el 1% son exportadoras y de ese 1%, el 70% son Pymes y el 10% son grandes empresas. Aclaremos que del total de las empresas existentes en Argentina, solo 8 (energéticas y bancos) cotizan en Wall Street.
En el caso del sistema financiero son cinco los bancos que manejan más del 45% de las operaciones con el sector externo. Estos rubros concentrados de la economía plantearon su plan político basado en la libre compra de dólares y libre movilidad de capitales, la desregulación de precios, la baja de los derechos de exportación y otros impuestos como bienes personales.
¿Cómo se construirá la relación de poder con estos grupos en el próximo Gobierno?
La estructura productiva argentina tiene como mito, desde las usinas de la economía la idea de que las soluciones están en la exportaciòn de productos, relegando toda posibilidad de desarrollo desde un mercado interno administrado. La realidad es que el mercado externo representa un 17% del PBI. En cambio el interno representa más de un 70% y está compuesto por tres variables: consumo, inversión y gasto del Estado. El desafío es que la sociedad comprenda y asuma como prioritarias y deseables, políticas de regulación que permitan ampliar ese mercado interno.

Durante el primer período de la alianza Cambiemos se realizó un ajuste del gasto, principalmente en los subsidios económicos (tarifazos) y en la segunda etapa, se redujeron las transferencias corrientes a las provincias de eliminación del Fondo Sojero y modificación en la inversión social. La reducción del gasto bajó el déficit primario pero los niveles de inflación crecieron más del 50%. La reducción del denominado “gasto descontrolado” no generó los resultados esperados por el gobierno, es decir la baja de la inflación ya que esta problemática no es un fenómeno monetario y habría que abordarlo desde una perspectiva más heterodoxa.
Por último, el dólar al ser un recurso escaso en Argentina tiene que administrarse. El resultado de la liberalización de la cuenta capital tuvo como límites primero, que la vuelta al mercado duró menos de un año (desde abril de 2016 a febrero de 2017). En 2017 se consiguieron los recursos para los gastos de ese año, lo que significó pagar sueldos en pesos con préstamos en dólares, y facilitó cumplir con el pago de intereses mediante el ahorro que produjo la reducción en obra pública, en gasto de capital y gasto social (déficit primario). Actualmente la relación deuda/PBI alcanza el 85% y los intereses de la deuda representan (2018) el 5,4%. El déficit fiscal en 2015 fue del 3,9% y en 2018 fue de 7,2%.
El otro fenómeno que acompaña a la moneda estadounidense, es la fuga de capitales, que entre 2016 y 2019, superó los 60 mil millones de dólares y el pago de giro de utilidades y dividendos que superó los 6 mil millones de dólares. Ambos generaron presión en el mercado cambiario que se resolvieron con la devaluación permanente a partir de 2017. Las consecuencias de esta devaluación son el incremento de precios y la baja del salario real.
Este es el escenario que deberá enfrentar la fuerza política que gane las próximas elecciones y que requerirà un programa de gobierno que impulse al país hacia el verdadero desarrollo que la orientación actual le està negando.

*Economista UBA. Integrante del Centro Cultural de la Cooperacion Floreal Gorini. Centro de Estudios Econòmicos y Sociales Scalabrini Ortiz.

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