Vacilaciones del lazo social

 

Por Eduardo Núñez Campero*

Intentaremos una visión más panorámica, diríamos trascendental de los cotidianos padecimientos que nos marca la cotidianeidad política, la queja por la “grieta”, la increencia y las “operaciones” de los medios, la ausencia de vergüenza que se deja advertir en algunos enunciados de dirigentes, hasta diríamos, cierta debilidad lógica, fácilmente advertible en las argumentaciones que se nos ofrecen para el indispensable intercambio entre representantes y representados que sostienen la democracia.
No es que pensemos que no hay una causalidad propia en cada una de esas dificultades de nuestra vida política, sino que postulamos que a ellas las contiene un fenómeno más general que se extiende en nuestra cotidianeidad y que dada la presencia resonante de aquellas, dificulta advertir esta. Rápidamente diremos que esta falla trascendental debemos buscarla en su expresión más microscópica, es decir el lazo social como tal. Pero esto nos plantea un problema muy serio: qué cosa pudo alcanzar de forma tan aguda a eso que consideramos sostén de la vida social, incluso la política.
Recurriremos para ilustrarnos al análisis que realiza Sigmund Freud en su obra de 1930 “Psicología de las masas y análisis del yo”. En ella, el vienés desarrolla la hipótesis de que los conjuntos humanos están cruzados por corrientes libidinales que se ordenan verticalmente en relación a un líder y horizontalmente en relación a los otros miembros de la masa que se reconocen igualmente afectados por el mismo líder. Ese lugar de líder pueden ocuparlo también ideales, personajes míticos, proyectos, etc. Tan es así que Freud da como ejemplo perfecto de esta dinámica el ejército y la Iglesia. Pues bien, el lazo entre los fieles depende del “principio” que los une y por lo mismo la desaparición de este producirá una fuerte conmoción en los que se articulan a través de él.
Ahora bien, qué podemos esperar si la vorágine capitalista de la mano de la tecno-ciencia ha avanzado destruyendo o mediatizando esos vértices que ordenaban el lazo social. ¿De qué modo¬¬? Hay dos operadores fundamentales en este proceso: por una parte, la transformación en mercancía de todo cuanto implique un valor, aun lo que no sea objeto práctico, aun lo estético o lo valorativo que de ese modo establece una equivalencia generalizada que se plasma en la frase cínica: “todo tiene un precio”. Por su parte, la tecno-ciencia promete hacer desaparecer ese operador lógico de indispensable uso en nuestra vida: la imposibilidad. En efecto, desde proyectos que prometen la inmortalidad tras la confección de órganos sintéticos hasta transformaciones subjetivas masivas operadas con recursos decididos con algoritmos. Freud utiliza una metáfora animal para enseñarnos la función que cumple ese vértice en la masa humana, cuando el líder de la manada es muerto la manada se dispersa caóticamente.
Nos corresponde advertir cuales son esos vértices que se limaron en nuestra modernidad de tal modo que el cálculo colectivo se hace cada vez más difícil por el lazo social dificultado.

*Psicoanalista.

También te podría gustar...

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *