Odio y segregación. Capitalismo, neoliberalismo, democracia.

La dominación neoliberal requiere de discursos odiadores, en la lógica del capital, que enfrenten y dividan a la humanidad.

Por Elvira Escalante*

 

 

¿Es posible pensar la existencia del capitalismo sin la conquista económica e ideológica de los medios de comunicación masivos, incluidas actualmente las redes sociales?
Seguramente sí, sin embargo, verificado su triunfo a nivel global, no podemos ignorar que lo ha hecho en solidaridad con tales medios, tal que, los ha hecho ingresar en su maquinaria infernal a la que hasta ahora ha sido imposible ponerle un punto de basta.
El Estado de Derecho es solidario con la democracia como forma de gobierno en un lugar delimitado. El mismo alcanza su concepción más acabada después de la I Guerra Mundial y puede definirse como `la organización política de la vida social sujeta a procedimientos regulados por ley en el cual los actos del Estado están limitados estrictamente por un marco jurídico supremo guiados por el Principio de Legalidad y el respeto absoluto de los derechos fundamentales`.

La democracia y el capitalismo se mal enlazan, entre ellos hay un mal encastre. La primera es local, alienta la solidaridad, se basa en la igualdad de los ciudadanos ante la ley. El capitalismo no registra en su funcionamiento nacionalidad, etnia o religión, no obstante, hace uso de ellas en función de sus fines. No encontramos en sus principios neoliberales algo relativo a la distribución de la riqueza, su amo es el mercado y la acumulación del capital, su reinado excede las fronteras y sobrepasa los principios de las democracias. Las tensiones entre la democracia nacional y el capitalismo global se han intensificado durante las últimas décadas. El mundo se ha vuelto hegemónico y se han mercantilizado las relaciones sociales a expensas de los derechos de los ciudadanos.
El neoliberalismo muta del imperio de las grandes corporaciones multinacionales a la especulación financiera, siendo esto y el sistema bancario la columna vertebral de la economía mundial. El empuje, entonces, es a la privatización incluso, de aquello que pertenece a la esfera del Estado, el que tiene por deber garantizar los derechos de salud, educación, jubilación, etc., así como la redistribución de las riquezas dentro de un estado determinado.

Capitalismo/Neoliberalismo. Hate news.

La política neoliberal se vuelve feroz para los ciudadanos, instala una ideología perversa con la complicidad de los medios de difusión, imponiendo significaciones que revierten la significación de derechos inalienables, lo que se ha dado en llamar posverdad. Esto es logrado con el consentimiento, complicidad y afinidad de intereses de gobiernos que, habiendo sido electos democráticamente deberían sostener el interés nacional y la economía de un país.
El capitalismo, sin lugar a dudas, ha empleado -lo sigue haciendo- la comunicación de los medios para alentar el consumo de los individuos. Oferta y demanda son elementos que están en su base de sustentabilidad. En obediencia al capital como amo contemporáneo, los sujetos son consumidos mientras en su reverso, el efecto es la acumulación económica de unos pocos.
Lo alarmante es que, se verifica a nivel mundial que el neoliberalismo ha mutado el uso de los medios de comunicación con fines de influencia política en los ciudadanos de los estados.
Si para aquel primer uso enunciado -consumo- ha captado la naturaleza infinita del deseo humano y las vías de satisfacción del goce, en el segundo uso enunciado, han capitalizado para abonar la maquinaria del discurso capitalista, una pasión esencial en las subjetividades, la pasión del odio. Podemos agregar que en este segundo uso de los medios masivos de comunicación se pone en juego una condición constitutiva de las subjetividades (neuróticas) (1) : la creencia en el Otro al que se le atribuye un saber. Este es el origen de la sugestión y la hipnosis, esta última sea figurada, metafórica o efecto real ejercido sobre una subjetividad.

Los discursos de odio expresados en los medios (hate news) operan sobre la “disposición” a la creencia de los sujetos, conduciéndolos a “dar fe” de cualquier despropósito o atrocidad sin fundamento, sin pensamiento crítico, sin sustento científico (2). El efecto es un ciudadano medio, sumido en cierta debilidad mental. Los discursos de odio dividen a una sociedad, justifican la violencia y privan del ejercicio de un derecho a un sector de ella, incluso a los mismos que se identifican imaginariamente con ellos.
“La constitución de una tropa de canallas culmina infaliblemente en la tontería colectiva. Esto es lo que vuelve tan desesperante, en política, a la ideología de derecha” (3).
El Grupo de periodistas Barnils (4) conjuntamente con el ayuntamiento de Barcelona, ha impulsado el primer “Observatorio del Discurso del Odio en los Medios” detectando que los principales portales contribuyen, en diferentes grados, a fomentar el odio de los ciudadanos hacia determinados colectivos. Ese estudio verifica: racismo-xenofobia-islamofobia-antigitanismo. Sitúa diferentes estrategias que van desde los insultos e injurias explícitos a estrategias más sutiles y señalan que el discurso del odio “está creando moda”.
Las derechas neoliberales utilizan para sus fines la eficacia del odio como herramienta política para instalar gobiernos afines a sus intereses y el de las corporaciones multinacionales incidiendo con las hate news de manera efectiva en los votos de los pueblos.
Dado que gobernar es uno de los imposibles freudianos, inevitablemente este ejercicio tiene efectos de inconformismos. El discurso oportunista del odio aprovecha y alimenta esos inconformismos logrando transmitir en alto grado que son portadores de la verdad.
El odio es segregativo en tanto opera destacando rasgos para vehiculizar efectos de exclusión, racismo y marginación (en nuestro país tales como: choriplanero, vago, todos choros, etc). Los fines son nuclear mayorías con fines electorales.

¿Por qué tanta eficacia en estos discursos? Porque la segregación es inherente a todo sistema simbólico y además responde a una lógica de conjuntos.
“Solo conozco un origen de la fraternidad -quiero decir la humana (…)- es la segregación. Nos hallamos en una época en que la segregación, ¡pufff! (…) cuando uno lee los diarios es algo inaudito. Simplemente, en la sociedad (…) todo lo que existe se basa en la segregación, y la fraternidad lo primero. Incluso no hay fraternidad que pueda concebirse si no es por estar separados juntos, separados del resto, no tiene el menor fundamento científico. (…) descubren que son hermanos, uno se pregunta en nombre de qué segregación” (5). Dicho por Lacan en 1970.

En consecuencia, dado que lo humano está sumergido en el lenguaje/simbólico no es posible pensar un mundo sin segregación, pero lo alarmante es que se ha vuelto una constante en el siglo XXI en el malestar de la civilización. Dado que, ni la pulsión ni el dinero son humanistas, el odio del fascismo pone en juego la pulsión de muerte en su pretensión de gobernar la totalidad de lo existente bajo la lógica del capital. La segregación comporta algo más allá del lenguaje que implica también modos de gozar. En esta orientación no solo se trata de poseer los bienes reales para gozar de ellos, sino de privar a otros de los mismos porque esos otros te quitan lo que es tuyo y además no lo merecen.
El odio primando sobre el amor es a lo que asistimos en nuestra contemporaneidad. Lacan señala como una de las características del discurso capitalista el rechazo de la castración hacia afuera del campo simbólico acentuando que dicho discurso deja de lado las cosas del amor. “Todo orden, todo discurso que se emparente con el capitalismo deja de lado, amigos míos, lo que llamaremos simplemente las cosas del amor. Ya ven, ¡eh!. No es poca cosa”.

*Psicoanalista.

Referencias:
[1] El uso de este término no es patologizante, es el modo -para el discurso del psicoanálisis- más generalizado de constitución subjetiva.
[2] Basta mencionar a los terraplanistas, los antivacunas, los que repiten “los políticos son todos iguales, etc
[3] Lacan Jacques,” La Etica del Psicoanálisis”, Seminario 7, Edit Paidós,1a edic 1988, pag. 221.
[4] El Grup Barnils impulsor del Observatorio, es un grupo de periodistas con un enorme bagaje en lo que respecta al periodismo de investigación. El objetivo del estudio es que los periodistas y los ciudadanos tengan herramientas para identificar el discurso del odio.
[5] Lacan Jacques “El Reverso del Psicoanálisis”, Seminario 17 1969-1970, Edit Paidós, 1ª edic 1992 pág 123

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