Los acuerdos por subsidios que no se cumplieron
Un debate que debe pensarse como una cuestión fiscal y para el desarrollo.
Por Ernesto Mattos*
Durante el último gobierno de Cristina Fernández de Kirchner (2011-2015) se realizaron una serie de medidas que se enmarcaron en lo que se conoció como “sintonía fina”. En aquellos años, la sintonía fina, se asoció a la idea de ajuste, pero rápidamente fue aclarado por la misma presidenta que “sintonía fina quiere decir que se acabó la avivada”.
En su última disertación, en la Universidad Nacional del Chaco Austral, se plantearon algunos temas que merecen entrar al convite del “debate”, por ejemplo, los desafíos del capitalismo argentino y su desarrollo ¿Es posible pensar el desarrollo sin subsidios? ¿Para qué sirven? ¿Son estratégicos? ¿Los países desarrollados subsidian su energía?
Vamos a tratar de pensar partiendo de un punto elemental: el desarrollo de dos potencias como EEUU y China. Ambos tienen sistemas políticos diferentes y con los cuales Argentina intercambia comercialmente. No obstante, con ambos mantenemos un déficit comercial, en el último tiempo ese déficit comercial se ha incrementado con China. Los datos del primer trimestre del corriente año[1] evidencian que China es el principal proveedor (importaciones), pero nuestros principales espacios de exportación fueron Brasil, EEUU y Chile. Además, el flete de importación desde China entre marzo de 2020 y marzo de 2022 creció un 309,9%; la participación porcentual de la zona económica sobre el flete total era del 15,2% en marzo de 2020 y ascendió a 35,8% durante marzo de 2022.
No hay que pasar por alto que recientemente China instó a que “su iniciativa para la Seguridad Global sustituya a la mentalidad de la Guerra Fría. El Ministerio de Relaciones Exteriores de China ha realizado este llamamiento en un foro en línea en el que han participado grupos de expertos de 20 países [2]”. Esto nos hace pensar en los escritos de David Ricardo sobre comercio exterior que decían “Nosotros (Reino Unido) somos el taller del mundo, los demás harán granos o vinos” ¿Qué vamos hacer nosotros para mejorar el proceso de desarrollo que truncó el macrismo? ¿Seguiremos el sendero a ser el taller o seguiremos con los granos?
Luego de la revolución estadounidense (1776) la administración del comercio exterior de la ex-colonia británica fue poner aranceles a la importación, como lo hizo al llegar a la presidencia el militar Ulysses Grant (1869-1877), que pacificó el sur (algodonero) ante la preocupación de Lincoln de una separación de la Unión, que en 1875, respondiendo a las presiones británicas, contestó: «Dentro de doscientos años, cuando hayamos obtenido del proteccionismo todo lo que nos puede ofrecer, también nosotros adoptaremos la libertad de comercio».
Por ello, la Vicepresidenta suma otro elemento para comprender esto: “siempre tienen más buena prensa las categorías de pensamiento si son europeas, las nacionales casi son gronchas, los cabecitas negras…” Es necesario comprender el mundo actual desde las orillas del Río de La Plata, parece que vuelven las zonceras. ¿Neo Zonceras? No, son las zonceras económicas de Arturo Jauretche, los mitos económicos de Ramos Mejía.
Por eso queremos hacer un aporte al “debate” de los subsidios: pensados como una cuestión fiscal o una cuestión del desarrollo. Recientemente, en el portal del Fondo Monetario Internacional se menciona que “A nivel mundial, los subsidios a los combustibles fósiles fueron de $5,9 billones o el 6,8 % del PIB en 2020 y se espera que aumenten al 7,4 % del PIB en 2025 a medida que la proporción del consumo de combustible en los mercados emergentes (donde las diferencias de precios son generalmente mayores) continúa aumentando [3]”.
El informe concluye que: “En 2009, el Grupo de las 20 economías avanzadas y de mercados emergentes pidió la eliminación gradual de los subsidios a los combustibles fósiles ineficientes en todos los países y lo reafirmó nuevamente en 2012. En la COP26 de 2021, 197 países acordaron acelerar los esfuerzos para eliminar los subsidios a los combustibles fósiles ineficientes”.
Tomando los datos de la web del FMI podemos apreciar que entre 2015 y 2021 los subsidios energéticos (a los combustibles líquidos, al gas, el carbón y la electricidad) per cápita en las principales economías (EEUU, China, Rusia, Japón, Australia y Canadá) se mantienen relativamente altos en comparación a las economías periféricas (ver tabla, fila de Argentina a Perú). Es decir, al observar los datos de Subsidios a la Economía (explícitos), salvo Finlandia, Japón y Australia en menor medida, las economías desarrolladas no siguen al pie de la letra sus acuerdos.
Por último, si tomamos los datos exclusivamente subsidios al productor (extracción y transformación de energía), sólo Finlandia y la India cumplen, ambos en comparación a las principales economías periféricas. Por lo tanto, en términos relativos, las economías periféricas, sí fueron reduciendo sus subsidios en extracción y transformación de energía en relación al desempeño general de la economía y en términos per cápita.
Lo cual nos hace regresar al principio, retomando la “sintonía fina”, entre 2011 y 2015, porque el fondo de la cuestión fue que la Vicepresidenta recordó que “a partir de la reforma constitucional de 1994, los propietarios de los recursos son las provincias”. A continuación, señaló: “Es importante que lo sepan también las empresas: el subsuelo es de los argentinos, y está concesionado. Es bueno que se notifiquen que es necesario reinvertir en el país”. La jefa de Estado consideró que “el costo del combustible debe ser costo argentino y no costo internacional, porque los costos de la producción son costos de Argentina”. Remarcó que “el combustible es algo que atraviesa a toda la sociedad, a todos los sectores de la vida económica”. Y enfatizó que “el vector energético es un vector de competitividad de nuestra economía [4]”.
Aquel discurso era parte de una denuncia de la cámara de transportistas acerca de aquellos que recibían subsidios y pagaban el gasoil a un precio superior al establecido ¿Se puede competir con energía cara? ¿Hay desarrollo sin energía? ¿Cómo hacemos para desarrollar nuestras industrias para volverlas más competitivas y a la vez asegurar que la población pague tarifas justas y razonables?
*Economista UBA. IDEPI. Centro Cultural de la Cooperación.