Kant en nuestra política
OPINION
Por Eduardo Núñez Campero
Una noche de 1977 un grupo de policías llama la puerta de una familia en el sur de Buenos Aires. La mujer que relata esto tenía 11 años en ese momento y un hermano universitario que militaba en un partido de izquierda. Hacía algún tiempo que este había alquilado un departamento donde vivía con algunos compañeros. Los policías preguntan por él y reciben como respuesta de la madre y de la empleada que desconocían el domicilio del joven. El grupo está por retirarse cuando el padre que escuchaba todo desde el piso superior de la casa, interviene al grito de “¡a la policía federal no se le miente!” y en seguida entrega el domicilio del joven anotado en un papel. Nunca más vieron a su hijo.
Esta pequeña historia encierra una densidad ética tal que se actualiza con algunas frases que escuchamos decir a diario a algunos opositores al gobierno de Macri: “no ponemos palos en la rueda”,”queremos que al gobierno le vaya bien”.”Si le va bien al gobierno, les va bien a los argentinos”
¿Qué tienen ellas en común con aquel trágico grito proferido una noche de 1977? “A la policía federal no se le miente” es la expresión de un ciudadano ideal, absolutamente abstraído de las particulares circunstancias del momento, casi un imperativo categórico kantiano que obrando de ese modo pretende que su acto pueda elevarse a la categoría de norma universal.
Si la actitud de esos opositores responde a un cálculo táctico o bien es producto de una sumisión a esas verdades autoevidentes que infectan los medios de difusión, no puede soportar la obligación de responder a las siguientes cuestiones: que al gobierno de Macri “le vaya bien” ¿qué quiere decir? ¿Quiere decir que Cambiemos pueda aplicar sin rémora su programa? Pues entonces, se reconoce que tal programa es superior al del supuesto opositor y se identifica la bienaventuranza de los argentinos con el éxito del programa macrista. Lo mismo ocurre con la otra frase que nos ocupa “no ponemos palos en la rueda” ¿Hacia dónde nos lleva esa rueda? Como parece evidente, esa rueda nos lleva a reconfigurar nuestro país a pedido, no ya de otras potencias estatales, sino más bien de la anónima potencia del capital transnacional híper concentrado dejando de lado la autonomía y aun la soberanía de nuestra nación. La consecuencia siguiente de ello será la pobreza creciente, la desocupación y, lo que es más grave, la pérdida para el Estado argentino de los resortes necesarios para cambiar eso.
¿No se debería entonces poner palos en la rueda?, ¿El éxito del macrismo puede identificarse con el bienestar del pueblo argentino? Adviértase a qué consecuencias conduce la subordinación a expresiones que se formulan en el registro de lo universal abstracto, es decir desentendiéndose de la particularidad de la situación a la cual está dirigida la sentencia formulada. La aparente virtud del sujeto de la enunciación se desmiente en la constatación de los efectos de su enunciado, quedando demostrada así la absoluta inadecuación de las formulaciones universales que relevan al sujeto de realizar juicios de oportunidad y consecuentes cálculos del efecto de sus acciones.
Aquella voz que decidió el destino de aquel joven como el que padecieron tantos otros en 1977, portaba una certeza. El uso del pronombre impersonal “a la policía federal no se le miente”, muestra que la fuente de la certeza es la elusión de la responsabilidad singular en una situación crítica. Podemos imaginarnos la tragedia subjetiva de aquel padre al constatar el resultado de su acción. Nos amenaza idéntica tragedia a los argentinos.