Millones en la Plaza de Fidel

FIDEL CASTRO (1926-2016)

Por: Dianet Doimeadios Guerrero* y Ladyrene Pérez**

Cientos de miles de fidelistas en la Plaza. Rostros de dolor y sobrecogimiento desbordaron el mismo sitio donde tantas veces lo buscamos a él. Un Martí tenuemente iluminado asistía a la despedida de su discípulo más devoto, el Fidel que prometío y cumplió. En el mar de gentecita linda, la muchacha con la boina de una sola estrella, el cartel que gritaba: “Te extrañaré por siempre”, en medio de un corazón hecho con trazos infantiles, o la bandera empuñada por muchas manos. Las voces rompiendo el silencio: “Raúl, abrazo, Fidel está en la Plaza”. Y la certeza de los peregrinos: este es el mejor sitio para encontrarse esta noche.

“Pueblos de Nuestra América y del mundo: Fidel ha muerto. Murió invicto, solo el inexorable paso de los años lo pudo derrotar”, dijo Rafael Correa al inicio de su discurso, que fue poesía y aliento del espíritu. (…)

La Plaza estaba llena, llenísima. Entre la multitud, una niña llevaba grabado en la frente con rojas letras el nombre del líder que aún después de muerto nos moviliza y convoca, un abuelo traía el pecho protegido por medallas y cientos de jóvenes de uniforme alzaban la foto del barbudo de la Sierra, mirando al horizonte. (…)

Un hombre vestido de verdeolivo, “vencedor de la bala, el hambre y el frío” se añoraba en la tribuna. “¿Dónde está Fidel?”, preguntó varias veces Daniel Ortega y varias veces se escuchó: “Aquí”. Fidel Castro es pueblo y nación.

En las malas hay que estar, reza la sabiduría popular y allí estuvo La Habana, fervorosa e inseparable, allí estuvieron los humildes con botas y chaleco moral, como él predicó. Obligados por ser tratados y tratar a los demás como seres humanos, inexcusablemente llamados por el ejemplo y el adeudo con un padre que es leyenda.

“Despedimos al Fidel de los pobres, de los humildes, de los oprimidos y de los que jamás se rinden, el Fidel de ustedes, nuestro Fidel, el Fidel que pertenece a todos los rincones de este planeta, el Fidel que pertenece a la historia”, aseveró Alexis Tsipras. (…)

Y después de él, el último orador, el que todos querían oír y nadie sabía cómo iba a ser capaz de hacerlo, porque es Presidente pero también hermano, de sangre y de lucha. Raúl llegó al podio con el corazón en un puño. Recordó los hechos trascendentes de la vida nacional que vivió en la Plaza de la Revolución junto al líder que construyó una sociedad socialista de los humildes, por los humildes y para los humildes.

El General de Ejército hablaba y el pueblo lo acompañaba, en silencio y conmovido, solemne y angustiado: “Querido Fidel: Junto al monumento de José Martí, Héroe Nacional y autor intelectual del asalto al Cuartel Moncada, donde nos hemos reunido durante más de medio siglo, en momentos de extraordinario dolor o para honrar a nuestros mártires, proclamar nuestros ideales, reverenciar nuestros símbolos y consultar al pueblo trascendentales decisiones, precisamente aquí, donde conmemoramos nuestras victorias, te decimos, junto a nuestro abnegado, combativo, y heroico pueblo: ¡Hasta la Victoria Siempre!”

Y en esa última frase se nos fue un trozo de alma, a él y a todos. Será difícil olvidar esta noche, al Raúl herido, pero fuerte como los cedros de Birán.

Imposible desprenderse de esta noche y de ese “Hasta la Victoria Siempre”, que evoca al líder y al estadista, al pueblo y su Historia, que tantas veces nos ha salvado de los imposibles y nos ha hecho levantarnos, para seguir haciendo Revolución. Todavía no sabemos cuántas almas estaban anoche en la Plaza, pero sí que eran millones los que despedían al cubano más universal de la última centuria, y el más amado.

*Periodista y **fotógrafa de Cubadebate.

Fuente: www.cubadebate.cu

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