El hecho maldito. Notas nocturnas ante la falta de sueños

por Aldo Ternavasio
1. En la mesa chica de los poderosos se leyó bien el mensaje del peronismo realmente existente, que —como casi cualquiera pudo ver en estos últimos 10 años— esperaba este momento con militante ansiedad. Poco importan —al menos para mí y en esta coyuntura— las simpatías o antipatías que genera CFK. ¿Por qué? Por algo muy simple. A pesar de lo que ocurre en la mayoría de los círculos no K del PJ, en los anti K no peronistas, e incluso en la misma CFK, ella no es el principio explicativo del conjunto de los hechos políticos argentinos. Sin embargo, este fetichismo por CFK —como todo fetichismo— oculta todo el sistema de relaciones que modelan la situación. Y es exitoso porque funciona como un colectivo que le viene bien a todo el mundo. Incluida CFK. Estando en franca minoría en la realpolitik argentina, la expresidenta logró mantener el lugar de la gran electora cuando, en verdad, sus «elecciones» demostraban que ya no lo era. Pero ¿a qué precio? Tal vez, victorias pírricas. Victorias al precio de pagar con su cuerpo público y privado las miserias del peronismo realmente existente. Tal vez lo que comprendió CFK es que lo único que podía ganar era tiempo. Milei —que no debe estar nada contento con su posible encarcelamiento— comprendió claramente esto. Él se siente, como ocurre con los perversos, el providencial instrumento de castigo. Y una vez más, que ese castigo caiga sobre CFK sería lo de menos. Diecinueve meses de Milei nos hicieron entender en carne viva «cómo son las cosas». No es a ella a quien le interesa aplicar el correctivo. Desde nuestro punto de vista, es el futuro de nuestra existencia social lo que hoy se ata al destino de CFK, puesto que ella es la encarnación de las razones por las que el entente político, económico y mediático la quiere presa. Quienes toleren esto —si finalmente lo hacen— estarán suscribiendo un pacto fáustico: el pacto que se requiere para hacer de este país algo más parecido a Perú que a Noruega.
2. Recuerdo a un personaje del periodismo veterano que me resulta extremadamente desagradable, que, después de haber pasado por la CONADEP, comparó con total seriedad a La Cámpora con las Hitlerjugend. Al mismo tiempo, Lanata describía a Máximo Kirchner como un adolescente idiota jugando a la Play. ¡Cuántos «compañeros» hoy hacen fila para darles la razón!
3. Me resultó lamentable ver cómo muchos kirchneristas pasaron a exigirle explicaciones a CFK cuando nunca hubo —ni aún la hay— una discusión abierta sobre lo que es la verdadera casta dirigente en el peronismo realmente existente. Tampoco la dirigencia actual parece terminar de advertir las transformaciones de fondo en la sociedad argentina. No sé si la Corte finalmente detendrá esta semana a CFK. El gobierno seguramente intentará evitarlo. Tampoco sé qué ocurrirá si la encarcelan. Los sucesos de los últimos años —en los que CFK dos veces estuvo al borde de ser asesinada: primero con una piedra en la «lapidación» de su despacho en el Senado y luego, obvio, con la bala que no salió— no dejan demasiado margen para el optimismo. Pero, en última instancia, lo importante no es el destino de CFK. Lo que hoy el peronismo realmente existente (que de ninguna manera es todo el peronismo) entrega al entregar a CFK es la anomalía de una hegemonía política que fue capaz de apropiarse de una parte del bocado con el que se atragantan los que detentan el poder detrás del poder. Con esa parte del bocado de los ricos logró imprimir un desvío al curso neoliberal imperante. Ese bocado es lo que el pacto fáustico va a evitar que sea afectado de nuevo. Pero, una vez más, importan poco las personas. El peronismo realmente existente, ese del que CFK se tuvo que separar en 2017, se parece más al PRI mexicano de hoy que al peronismo histórico. Pero en Argentina no hay Morena (AMLO tuvo que dejar y vencer a PRI). Al menos, no aún. El fetichismo de CFK impide verlo.
4. A mi juicio, Kicillof cometió —o está cometiendo— un gran error. No se ve, al menos hoy, que él pueda proponer una alternativa a ese peronismo realmente existente. ¿Por qué? Porque las razones que pueden llevar a la cárcel a CFK son, ciertamente, más grandes que ella. Y son las mismas razones para no abjurar de ella. No se puede tirar el agua sucia de la palangana sin que se vaya con ella el bebé. Son las razones por las que el peronismo realmente existente vio en Macri un mal menor. El que convivió en su zona de confort con la exgobernadora María Eugenia Vidal.
5. Para no ser otro Alberto, Kicillof sigue una trayectoria peligrosamente parecida. No digo que sea lo mismo. No dudo de su vocación. Pero voluntad y política no son lo mismo. Y, de todos modos, nuestro problema no es el de su lealtad a CFK. Nuestro problema es que Kicillof apuesta a permitir que en torno a él cristalice, una vez más, el peronismo realmente existente y así lograr la tan deseada autonomía. La pregunta es si Kicillof goza de la autonomía para aliarse a CFK o ya está preso del peronismo realmente existente que aspira a recuperar el poder en 2027. Recuperar el poder del Estado. Recuperarse de CFK. El peronismo realmente existente entiende que no es posible lo primero sin asegurar lo segundo.
6. No obstante, tal vez aún no sea del todo tarde. Los provectos pejotistas que se excitan con el «fin de ciclo» —la mayoría de ellos vinculados al PJ capital— tal vez sean arrastrados por los efectos de este nada improbable encarcelamiento y retorno de la proscripción. La fragilidad de la estabilidad social mínima de nuestro país cruje como una fina capa de hielo sobre un río que comienza a arrastrar piedras cada vez más grandes. El mismo sonido que nos advierte que la sangre podría llegar al río también abre la puerta al acontecimiento. Hay, más allá de la cúpula de la CGT y afines, muchos dirigentes sindicales de base que escapan a las generales de la ley. Hay toda una memoria de luchas que hoy parecen olvidadas pero que está latente en los cuerpos de muchos de nosotros.El hecho maldito es un lecho seco que, de pronto, desborda con un aluvión.