La palabra, la pandemia y el bienestar

 

Por Rosana Herrera de Forgas*

Debo confesar que me siento algo rara frente al teclado, últimamente me había propuesto escribir sobre esos aspectos de la cotidianeidad comarcana que me conmueven, intentando una suerte de aguafuertes tucumanas -si Arlt me permitiera esta tan presuntuosa como osada comparación- porque como mera observadora, construir un relato basado en la escucha de historias ajenas, requiere de mucho menos compromiso que analizar un escenario por demás afín a mi formación académica y a mi experiencia laboral. Porque resulta obvio que este posicionamiento frente al problema me obliga a encarar los textos con una rigurosidad técnica que no es necesario asumir cuando una, cómodamente, se expresa como simple opinadora o “escribidora”.Hay situaciones que se presentan a diario y que golpean tan fuerte, que siento la necesidad de reflexionar en voz alta y, en este caso aceptando la invitación de Revista Link!, compartir mi mirada acerca de la importancia de la construcción colectiva del sentido de comunidad en estos tiempos de tanto miedo, dolor e incertidumbre; haciendo foco en lo imprescindible que es reafirmar las relaciones sociales en situaciones de dónde sólo se puede emerger teniendo internalizado el sentido de la otredad (1) y (2). Asimismo, aceptando que la articulación intersectorial entre las distintas organizaciones sociales y/o políticas tiene una importancia capital para encarar las acciones que reciban, organicen y contengan a una población excesivamente vulnerada, el día después.
Y más allá de lo que podríamos diagnosticar como una realidad social extremadamente convulsionada a raíz de una pandemia que asola al planeta entero, no podemos dejar de advertir gestos preocupantes en lo concerniente a la difusión y a la transmisión de la información por parte de los Medios DESinformadores, que trascienden lo meramente referido a los desajustes emergentes de un atroz panorama epidemiológico mundial y nos obligan a focalizarnos en sus estrategias comunicacionales. En su intención desestabilizadora, no sólo de la institucionalidad sino en la pulverización de los vínculos sociales abonan con cada noticia, con cada número, con cada dato, la división que existe entre los argentinos desde hace muchísimo tiempo y que desde luego tiene -porque así debe ser- profundas raíces ideológicas.
Los especialistas en la conducta humana -individual y colectiva- aseveran que una tragedia de estas dimensiones sólo acentúa características que nos son propias y que no genera cambios conductuales ni actitudinales que sorprendan en la mayoría de los casos. Y es lo que estamos notando con los aspectos que deberían resultar indiscutidos, como las medidas de bioseguridad adoptadas por el Gobierno Nacional siguiendo los consejos de un equipo de científicos asesores, y consensuados con todos –o casi todos- los gobernadores.
Somos una sociedad fragmentada que, en el caso de las grandes masas populares que militan por la reducción de las obscenas desigualdades, está atravesada por la política. Y que en sus antípodas se sitúa ese histórico 25-30 % de argentinos y argentinas al que las estrategias discursivas deliberadamente “despolitizadoras”, amnésicas y cuasi fundamentalistas que ofrece el neoliberalismo, seducen, enajenan e incitan incluso a atentar contra su propia vida. Basta simplemente ver la galería de patéticas y variopintas imágenes de los movimientos anticuarentenas que diariamente marcan la agenda y la relación directa entre esas manifestaciones públicas, cada vez más frecuentes, con el grave incremento de infectados.
Si bien la clase política con sus gestos -o la ausencia de ellos- es a veces responsable de su propia descalificación, la prensa hegemónica en manos del oligopolio que maneja toda la comunicación en la Argentina constituye un “factor de riesgo” que aumenta en proporción geométrica la probabilidad de otro tipo de contagio: el odio. El odio a todo lo que ellos llaman despectivamente populismo. Denominación que usan para bajarles el precio a los gobiernos populares que como la coalición gobernante, son los únicos que garantizaron derechos en nuestro país y que a excepción de la gestión de Raúl Alfonsín, fueron y serán peronistas.
Esta pandemia -y la posibilidad de contar con la virtualidad como cómplice- puso de manifiesto las enormes desigualdades a las que hacíamos referencia párrafos antes y parte del malestar reinante tiene que ver con esa percepción de las diferencias que estigmatizan y tornan inalcanzables para muchos lo que para unos pocos es de uso corriente. Está claro que los sentimientos encontrados que nos acosan por estos tiempos son tan universales como la pandemia misma, pero en lo que seguramente diferimos es en el modo de reaccionar frente a esos sentimientos. Y los que nos desempeñamos en organizaciones políticas, asociaciones civiles, unidades académicas, debemos ser capaces de encontrar esa vuelta de tuerca que nos permita ayudar a construir una comunidad más sana. Una comunidad que sea capaz de contener la demanda de sus integrantes y de contenerse. Una comunidad que perciba al otro como su semejante, que se empodere de su protagonismo individual pero dentro de un escenario colectivo, que asuma que un Estado presente y benefactor no es lo que le hicieron creer y repetir los personeros del poder real, no es el que hace beneficencia sino el que otorga beneficios y garantiza mayor equidad en el acceso a los servicios esenciales.
La pandemia nos ofrece una gran oportunidad. En la pospandemia nos espera el gran desafío.

* Farmacéutica. Especialista en Políticas Públicas. Integrante de la Junta Ejecutiva Nacional del Manifiesto Argentino y del Instituto de Estudios y Formación para la Igualdad.

REFERENCIAS:
(1) El filósofo francés Jean Paul Sartre utilizó ese término para estudiar a fondo la existencia de uno mismo a través de lo que sería la mirada del otro. Así estableció que la otredad se encontraba presente en el día a día de cualquier persona a través de la empatía, el rechazo, la tolerancia o la simpatía

(2) El escritor mejicano Octavio Paz también abordó el término otredad y todo lo que este lleva aparejado. Tan a fondo analizó la palabra que, incluso, es conocido por muchos como el poeta de la otredad.

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