Lo ilimitado y lo inapropiable

Por  Rosana Aldonate*

RESEÑA DE LIBROSEl libro “Neoliberalismo y caída de los límites” de Antonio Gutiérrez, editorial Nueva Generación, tiene la virtud de asumir la circularidad misma de la época a la que el autor caracteriza como circular y es así que nos va presentando los intersticios y recovecos del capitalismo y del neoliberalismo en una sola faz y sin exit, reintroduciendo incluso los desechos de la operación capitalista reelaborados y transformados; pero la posición excéntrica, Antonio Gutiérrez la obtiene del discurso del psicoanálisis, instrumento éxtimo que le permite interpretar la época como se interpreta a un síntoma no sólo en sus efectos de sufrimiento sino apuntando a su grieta causal y estructural. Además, Gutiérrez no da por “eterno el principio de dominación capitalista” ¿Habrá una salida?

Quizás nunca hubo mayor comprensión sobre la actualidad, sobre los resortes que mueven este mundo, como los que hay en esta época. Kant fue el primero que se permitió pensar la actualidad en 1784, como separada de la tradición y la verdad, pero la sistematicidad con que se intenta hoy pensar el tiempo que nos toca vivir en la aceleración misma que le es inherente, en tiempo real podemos decir, es propia de esta época. Este esfuerzo es realizado por las ciencias sociales y políticas, pero también por el psicoanálisis de la orientación lacaniana que asume la responsabilidad de estar a tono con el aforismo de Lacan de que «Mejor que renuncie quien no pueda unir a su horizonte la subjetividad de su época», interpretando o intentando hacerlo, aquello que en lo social se presenta como síntoma del real de la época.

Antonio Gutiérrez se inscribe en esta senda con su libro, en este esfuerzo por pensar la actualidad, con los instrumentos obtenidos del psicoanálisis y de lo que supo encontrar en los textos de pensadores, escritores y poetas que orientaron sus elucidaciones.

Tal como ilustra la imagen de tapa del libro, la pintura “Los arqueólogos” del pintor

italiano Giorgo De Chirico, pueda decirse que Antonio Gutiérrez en este libro toma del arqueólogo, el saber histórico; del analista, la razón crítica; y del artista el asombro y la fascinación de lo misterioso, parafraseando a Juan José Lahuerta en “Arte y arquitectura europeos de entreguerra”.

El propio Gutiérrez nos dice en su prólogo que este libro se trata de una crítica y un des-ocultamiento del neoliberalismo y sus efectos.

Realicé esta presentación siendo coherente al postulado lacaniano de que “hay que pasar por los significantes del Otro”. Considero que este libro puede leerse a partir de dos grandes ejes: 1- la cuestión de lo ilimitado y 2- la cuestión de lo inapropiable (significantes tomados de Jorge Alemán); este último apunta a la posibilidad de una salida a la circularidad del discurso capitalista. Dos ejes invisibles que en el desarrollo del texto se presentan a esta lectora como ordenadores o claves de lectura de los meollos del interés de Antonio Gutiérrez. Ejes que por otra parte se interceptan a lo largo del libro y hacia el final obtiene el segundo de ellos una explicitación más contundente.

La “caída de los límites”, presente en el título del libro, se produce debido a la absolutización del mercado que facilita y promueve el desborde pulsional. Con la caída del “Nombre del Padre”, significante lacaniano de la primera enseñanza, el autor nos introduce en una época, la actual, post-paterna, y signada por la “exclusión, la violencia, la marginalidad y la desculturación”.  Del lado de lo ilimitado Gutiérrez caracteriza esta época desde una forclusión generalizada y un hedonismo generalizado.

Una pregunta se perfila en este contexto “¿en un futuro qué ocupará el lugar del padre?”

Esta vacancia del padre lleva a que “el acontecer pulsional” mande y que la vía privilegiada devenga el síntoma en su vertiente de satisfacción, y con frecuencia la palabra en su vertiente disgregante y perturbadora. Es en este sitio que las drogas y la violencia encuentran su cenit, indicando una “dificultad para establecer una barrera pulsional”, como diagnostica Gutiérrez; ante lo cual llama a responsabilizarse en un debate actualizado y a no ocultarse detrás de la idea de que la violencia es consustancial a la condición humana. “La violencia actual es sin objeto y privilegia el goce de la violencia en sí, en la que se busca la propia aniquilación”, dice. Desgrana una de las violencias propias de la época: la de género, y el femicidio como “el” crimen de la época.

Hay –nos dice- el imperativo del mercado a consumir ya no como actitud transgresora más propia del siglo XX sino ligado al tráfico y al narcotráfico. Lo que se consume es la promesa de atrapar el todo, la cual no está ausente en la miseria misma y el consumo de paco lo revela, afirma el autor. El imperativo de la época es dormir, apoyados en los libros de autoayuda que repiten consignas vacías. Época ésta, a la que le cabe el Mito de Eresictón que Ovidio narra en Las metamorfosis, aquel que en su hambre voraz termina comiéndose a sí mismo. Qué mejor alegoría del capitalismo.

La gran tesis que sostiene este libro es que el objetivo principal del capitalismo tardío es la dimensión subjetiva, es anular dicha dimensión. Del lado que llamé lo inapropiable, Antonio Gutiérrez formula una pregunta que resuena como posible salida: “¿cómo escapar de esta circularidad e introducir un punto de falta que permita la aparición de un pensamiento crítico que no sea reabsorbido en su circuito?”.

Considero que la cuestión pasa por no confundir, como lo sugiere Jorge Alemán,  subjetividad con sujeto. El neoliberalismo, el capitalismo tardío, podrán colonizar la subjetividad pero no el sujeto, que es ese vacío que hace a la diferencia absoluta de cada singularidad.

Al final del libro dos significantes fulguran casi como dos faros que orientan la respuesta a la pregunta de Gutiérrez y esas dos palabras son: resistencia y batalla. Resistencia a los mandatos de las grandes corporaciones y batalla contra la inequidad distributiva y la deshumanización, propone el autor de este libro al final.

Después de haber leído este libro en el que el autor se toma en serio la tarea de describir e interpretar este “nuevo orden económico donde los ricos se hacen cada vez más ricos y hay empresarios que tienen más dinero que países enteros” comprendo que Gutiérrez es uno de los muchos que en el mundo resisten y luchan para tratar de evitar que esto siga ocurriendo y que por lo tanto no da por “eterno el principio de dominación capitalista”.

Para finalizar, parafraseo al gran John Berger, coloso de la resistencia cultural, recientemente fallecido: “cuando pienso en lo que pasa en el mundo me doy cuenta de que ahora es necesario más que nunca resistir. Ese momento, cuando decides resistir y luchar, es cuando empiezas a dar los primeros pasos para dejar de ser lo que nos obligan de alguna forma a ser, para empezar a ser algo que eliges”.

*Psicoanalista y escritora.

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