El futuro de los otros

EDITORIAL

Por Adriana Gil

Desde que Cambiemos asumió el gobierno una parte de la sociedad argentina se pregunta por las características de esta nueva derecha en el poder. Una de las más inquietantes, es la constatación de aquel fenómeno novedoso que significó la ocupación del Estado por los representantes directos y gerentes de áreas clave de la economía nacional a los que, justamente, debe controlar. Con inusitada velocidad y determinación este gobierno legitimado por apenas un 1,5 % más de votos en el ballotage, ha producido retrocesos y degradaciones sorprendentes en materia económica, social y especialmente, jurídica y legal. Y quizá sea este aspecto el más preocupante de las innovaciones de esta vieja derecha o mejor dicho, nueva oligarquía: su profundo irrespeto por el estado de derecho y la rampante transgresión de las leyes que constituyen un obstáculo para sus propósitos. No le bastan sus alianzas con parte del poder judicial sino que se asume, en su aspiración ilimitada, con la potencia suficiente para funcionar desconociendo los resortes de la legalidad. Esta capacidad para producir fisuras en la estructura jurídica del Estado es lo que constituye un verdadero alerta. Cambiemos, por su procedencia de raíz oligárquica del viejo modelo agroexportador tiene hoy la capacidad para reconfigurar e imponer la vieja matriz productiva nacional, primaria y agroexportadora. Su concepción del mundo responde, por tradición de clase y defensa de sus intereses económicos, a la profundización de ese modelo neocolonialista que el capitalismo global ha determinado y exige para las economías periféricas del sur. Para la preponderancia del país agroexportador deben reducirse indefectiblemente, las aspiraciones del país industrialista y tecnológico innovador. Dos modelos de país que en materia de desarrollo han significado, lo sabemos sin vueltas ni ingenuidad, la inclusión o la exclusión de millones de personas. En 2001 tuvimos la amarga ocasión de aprender de las consecuencias trágicas del neoliberalismo y de ello siguen dando cuenta poblaciones enormes de seres humanos que hasta hoy no logran salir del agujero de infrahumanidad al que esas políticas neoliberales los destinaron. El modelo agroexportador y agrofinanciero genera un crecimiento sin desarrollo y terminan en exclusión y mayor desigualdad. Cambiemos se ha propuesto vigorizar ese modelo y además del escandaloso traspaso de recursos a los sectores dominantes de la economía y amigos afines que representan, debe producir cambios decisivos y a cuchillo si es necesario, en otra matriz que es la de protección de derechos laborales de arraigada tradición en Argentina. Hasta ahora y no es que no lo intente, no se puede afirmar que el gobierno pueda instalar un sentido común que lo avale para realizar las transformaciones que se propone. Pero es un poder neoliberal potente y agresivo que ha dado muestras de audacia en el corrimiento de límites legales y republicanos. Vienen por mucho más de lo que el común de nosotros imagina. Los entusiasma la aplanadora que el corrupto y amigo presidente de Brasil ha activado en contra de millones de brasileños que verán por generaciones esfumarse su bienestar. Temer ha hecho recortes salvajes en los derechos de los trabajadores y ha congelado por 20 años los presupuestos sociales. Brasil se está convirtiendo en un país decadente pero es el ejemplo que busca imitar el macrismo. La dirección de los discursos del presidente nos alerta que están en peligro franjas importantes de trabajadores, en especial los más vulnerables, y buena parte de los sindicatos que los representan. Vienen dando pasos eficaces. Han anulado la paritaria nacional docente, es decir impedido la unidad gremial en el reclamo, por primera vez desde su institución, con lo cual en cada provincia cada gremio en soledad negocia como puede, en obvia debilidad. Han intervenido cuatro sindicatos, el último de ellos con un aparatoso allanamiento de Gendarmería en Sivendia, el sindicato de canillitas que conduce Omar Plaini. Pero antes, el ministro Triaca en operación conjunta con la justicia había logrado que esta interviniera al Sindicato de obreros marítimos unidos (SOMU), a la Federación de Empleados de la Industria Azucarera (FEIA) y al sindicato de vigiladores privados, en su mayoría por supuestas irregularidades en el proceso eleccionario interno. Hasta acá apuntemos estas dos consecuencias ya verificadas: mayor desigualdad para negociar y recorte a la libertad sindical. El sujeto sólo frente al Estado y las corporaciones. Las amenazas están en el horizonte de ajuste y de recortes que Cambiemos planea implementar para disciplinar al campo del trabajo. Mientras tanto, falsean que se les estruja el corazón de que las bonanzas de las que ellos si gozan en un presente sin fin, no se derramen en el cambio prometido. El presente de la abundancia y de la opulencia asegurada es siempre de ese mínimo porcentaje de argentinos que acumulan obscenamente. El futuro de los otros en cambio, es el de la incertidumbre y la postergación. Esos millones de compatriotas enfrentan, en creciente desamparo, la pérdida cotidiana de cada vez más derechos y pululan en zonas de subhumanidad. El macrismo sueña con mareas de cuentapropistas y emprendedores de la miseria, resignados a aceptar su autosacrificio a la ceocracia. Y si usted no está de acuerdo, verá como le caen encima la bronca y los palos. Esas son las condiciones planificadas, las que establecen brutalmente quiénes van a tener lugar o no, y quiénes van a ser desplazados hacia las zonas sobrantes de la marginalidad. Que estas pretensiones prosperen o se frustren puede depender de diversos factores. Pero en buena medida, de la voluntad política de una oposición amplia que supere sus propias limitaciones para enfrentar y frenar a un dispositivo de poder que se piensa a si mismo sin límites ni sujeciones.

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